Aceptando la realidad.
Jimin parecía un niño pequeño esperando a que su madre saliera del baño, pues estaba sentado en la fila de los lavamanos, columpiando sus pies en la espera de que pasaran al menos diez minutos, para poder usar de excusa después que debe llegar a su casa temprano porque su hija lo espera para tener una tarde de películas, y al ser tradición, no podía romperla.
Todo estaba perfectamente calculado en su mente, cuando el sonido de la puerta principal del sanitario lo hizo brincar en su propio lugar, asustándolo al punto de llevar una mano a su pecho.
—¿No le molesta que esté sentado aquí? Puedo bajarme si lo incomodo. Sólo estoy haciendo tiempo —habló con su corazón latiendo con fuerza debido a la sorpresa.
Siguió con la vista sobre sus pies.
—No —escuchó esa voz tan conocida.
¿Todo le estaba saliendo tan mal como para encontrarse a Jungkook ahí mismo el día que decidió aceptar una cita muy aburrida para olvidarlo?
Alzó su cabeza. Sus labios formaron una línea recta y fina al ver a Jungkook delante suyo. Con sus brazos cruzados sobre su pecho. Vestido con jeans negros y una camiseta blanca, holgada. Su cabello no tan peinado como el día de la comida en su casa, pero aún así seguía viéndose lindo, a su parecer.
Parpadeó seguidas veces y mordió la punta de su lengua. No dijo nada. Ignoró su presencia.
—¿Qué haces sentado en el baño de un restaurante a las... —miró el reloj de su muñeca—, siete y media de la noche?
—Hago tiempo —respondió con la misma indiferencia.
—¿Para?
—¿Te importa? —usó un tono rudo—. Mejor me voy.
Jungkook mordió el interior de sus mejillas, conteniendo la sonrisa que estaba a punto de emerger. Jimin haciéndose el difícil era su nueva cosa favorita, más porque sus palabras decían una cosa completamente diferente a la forma en que actuaba su cuerpo. Sabía que ese rizado no podía ser tan malo con él.
Dio cortos pasos para estar justo frente a Jimin.
Jungkook recargó su espalda en la puerta de un cubículo. Ladeó su cabeza, sin dejar de notar ese nerviosismo en los ojos de Jimin, quién hacía de todo para evadir su mirada.
—¿Por qué eres tan malo conmigo, Jimin? Ya me disculpé por lo de hace años. Sabes que no fue mi culpa.
Jimin lo sabía. No era culpa de Jungkook, era suya. Le quedaba claro, remarcado en su mente, como si lo hubiese escrito en todas las paredes de su cabeza con tinta permanente.
Aún así, no era eso lo que lo tenía tan enfadado.
Eran sus celos, el remordimiento, el enojo de saber que no fue él con quien formó su familia, con quien se casó. Eso era lo que lo tenía de esa forma.
Entiende que tampoco tiene el derecho de, pero es algo que tiene atrapado en su sistema. Algo que cree superar pronto, encontrando algo en que distraerse, algo que lo mantenga alejado de los pensamientos sobre Jungkook, o algo que lo mantenga alejado de él fisicamente.
Se puso de pie, dispuesto a salir. Jungkook lo siguió con la mirada. Notó que rizado giraba con fuerza la perilla de la puerta del baño y ésta no se abría.
—¿Lo hiciste a propósito? —bufó—. Ábrela ya.
Jungkook negó alzando sus palmas como símbolo de paz. Esa no era su intención, ni siquiera se le ocurrió hacerlo, y... tampoco le iba tan mal para darse la oportunidad de hablar.
—Yo no lo hice. Se atoró sola.
—Perfecto, ahora me tengo que quedar aquí contigo hasta que alguien se digne a abrir la puerta por fuera —se cruzó de brazos, volviéndose a sentar en su antiguo lugar.
Jungkook siguió delante suyo.
—No me respondiste —habló serio—. ¿Por qué estás siendo así conmigo?
Jimin rodó los ojos con fastidio, cansándose un poco de la situación.
—No se va de la noche a la mañana —habló por fin. Excusándose—. Veintiún años de mi vida me la pasé creyendo que me habías engañado con Gyuri. No fue fácil.
Aún no era fácil asimilar que con quién creyó que lo engañó, fue la mujer con la que se casó y tuvo un hijo.
—¿Crees que para mí fue fácil aceptar que te había perdido porque no me dejaste explicar nada y te dejaste llevar por lo primero que viste? —torció sus labios a la vez que enarcaba una ceja.
Jimin agachó su cabeza y negó, mientras jugaba con el anillo de su mano izquierda.
—Lo siento... —musitó—. Fui un imbécil. Me cegué por mis inseguridades e hice mal al no dejarte decir nada. Fue impulsivamente idiota lo que hice.
Lo dijo, por fin lo dijo. Ese remordimiento que tenía desde hace varios días, se fue. Al fin se había disculpado con Jungkook.
—¿Lo sientes? —preguntó el castaño desconcertado. Esa no era la respuesta que pensaba obtener.
—Lo siento, en serio —entonces se permitió mirarlo a los ojos—. Puede que no sea la mejor explicación y una excusa de mierda, pero, tenía diecinueve años, no pensaba con madurez y mucho menos actuaba como adulto. Hice mal.
—¿Y ya piensas con madurez?
Jimin sonrió a medias.
—Trato de hacerlo.
Jungkook rió por la respuesta.
—En serio, Jimin. ¿Qué haces aquí en el baño?
Chasqueó su lengua y desvió su mirada de nuevo. No quería decirle, algo en su interior rogaba para que no confesara que tuvo la estúpida idea de aceptar una cita por alguien que ni siquiera le importaba como algo serio, y era solo para distraerse.
—No es de tu interés, ya lo dije —volvió a refugiarse en esa capa dura.
Jungkook sabía cómo jugar. Ser el novio de Jimin le dio muchas respuestas, y estrategias con algunas actitudes suyas. Si Park seguía siendo el mismo de antes, sabía que debía funcionar.
Su lenguaje corporal hablaba por sí solo. Jimin no lo veía a los ojos, jugaba con los dedos de sus manos y arreglaba su cabello de forma constante.
Lo mismo que hacía años atrás cuando recién se conocían y no eran nada.
¿Seguía teniendo el mismo efecto en él a pesar de los años y de ese rencor?
Rogaba porque así fuera, sino, no funcionaría su siguiente movimiento.
Sus pasos fueron en dirección a Jimin, notando el cuerpo contrario tenso al verlo acercarse. Ni siquiera en la comida anterior estuvieron a menos de un metro. Jimin tenía bien marcada su distancia entre ellos.
El rizado se removió en su lugar, tratando de correr su cuerpo a un lado, lo cual, fue en vano, ya que no era difícil para Jungkook cambiar su dirección unos cuantos centímetros a la izquierda o derecha.
Pensó en ponerse de pie y volver a intentar salir del sanitario, arruinando los pocos cinco minutos que le quedaban de sobra en su descanso. No le fue posible porque al tardar en decidirse, ya tenía ambas manos de Jungkook en sus costados, apoyadas en la orilla del lavamanos, totalmente acorralado.
No tenía a dónde moverse. Si se ponía de pie, quedaría a escasos centímetros cara a cara, algo no muy favorecedor.
Su único movimiento, fue seguir en esa posición, estático. Como si de una estatua se tratase.
Su corazón comenzaba a bombear con fuerza, sintiendo su pecho a punto de reventar por sus enérgicos pálpitos.
Y si la cara de Jungkook estaba frente su pecho, rogaba al cielo porque no pudiera escucharlo. No quería que supiera del posible mismo efecto que seguía causando.
Fue demasiado tarde, Jungkook no podía escuchar su corazón desembocado, pero sí podía ver cómo mordía sus labios, al punto que el castaño temía porque el rizado pudiera lastimarse.
«Sigues teniendo el toque.»
—¿No me importa? —Jimin negó con la cabeza, echando su cuerpo hacia atrás—. Puedo ayudarte.
—Dudo que puedas hacerlo —sus dedos repiqueteaban en la orilla del lavamanos.
—Si no me dices, claro que no podré.
—Y no te diré.
Jungkook pasó su lengua por la comisura de sus propios labios. Jimin apretó su agarre en el lavamanos.
—Te propongo un trato —se acercó lo más que pudo a los labios de Jimin—. Si me lo dices, me quito. Y si no, me quedaré aquí, así, por unos... —fingió pensarlo—, diez minutos tal vez.
Jimin pudo sentir un escalofrío recorrer su columna vertebral. Su estómago revuelto, y si no fuera porque sus manos estaban sobre la superficie, seguramente temblarían por la cercanía de su ex-novio.
Maldecía en sus adentros al tener un comportamiento igual a un chico de dieciséis años. Ya no era un niño para que eso le ocurriera, sin embargo, era lo que pasaba y no podía evitarlo.
Abrió sus labios, listo para hablar con él y seguirse mostrando como el mismo Jimin renuente desde que se reencontraron. Sus labios se cerraron cuando no encontró una forma de salir de aquella trampa interpuesta.
Su mente no pensaba bien al sentir el aliento de Jungkook chocar contra su cuello.
Mordió su labio y giró su cabeza a la derecha. Esquivando, aunque fuera un poco, a Jungkook.
—¿Cómo sé que no mientes? ¿Qué me asegura que te quitarás de encima cuando te lo diga?
Jungkook negó con una sonrisa.
—Tengo palabra, lo sabes. Soy el mismo Jungkook que conociste hace mucho tiempo —habló con tranquilidad. Como si su sistema no estuviera en completo caos, igual que Jimin, por estar cerca suyo—. Bueno, mejorado.
Lo sabía. Jeon era alguien de confiar y esa era la única forma para escapar de su agarre e ir a terminar su fastidiosa cita.
—Vine con alguien —tragó con fuerza. Su corazón le pedía no decirle que se trataba de una cita.
Jungkook asintió haciendo su boca de lado.
—¿Una cita?
Jimin asintió a regañadientes. Deshizo su agarre del lavamanos para entrelazarlas y volver a jugar con sus anillos.
—Mhm...
—¿Tienes novio? ¿Novia?
Jimin frunció su ceño y negó. Eso no.
—¡No! Es mi primera cita después de mucho. No suelo hacer esto. Siempre estoy en casa con Jarin.
Jungkook asintió. Esa respuesta le gustaba. No había nadie más en la vida de Jimin.
—Y si es una cita, ¿por qué estás aquí haciendo tiempo? —rió con burla—. Creo que esa fue mi primer pregunta.
Park rascó su nuca. Suspiró y apretó sus labios, frunciendo su nariz. No sabía porqué quería hablar con él, porqué comenzaba a sentirse bien al intercambiar palabras. Y, era algo que quería contar, o mejor dicho, quejar.
Tal vez Jeon sería buena distracción para matar el tiempo, después de todo.
—Es un asco esa cita —formó un puchero—. Sólo habla de él y él y él... —contó son los dedos de sus manos—. Todo es él. Pregúntame cuánto he hablado de mí.
—¿Cuánto has hablado de ti?
—¡Nada! Absolutamente nada —echó su cabeza hacia atrás—. Es aburrido —alargó la última vocal—. Quise venir a matar tiempo para soportar hasta que se cumpla al menos una hora y media de cita. Muero por ir a mi casa.
Jungkook asintió y quitó sus manos de sus costados. Dio unos pasos a su lado para después dar un brinco y poderse sentar a su lado. Podía notar al rizado más relajado.
—¿Y qué tiene de malo irse antes de la hora y media?
Jimin arrugó su frente.
—¿Jonsuk no te jode con las citas?
—No —respondió en medio de una risa—. Jongsuk no sabe cuando tengo citas a menos que sea algo muy serio —vio la duda en los ojos del rizado—. Es decir, no sabe de ninguna cita —se encogió de hombros. Jimin se alivió con ello—. ¿Jarin te jode con las citas?
Jimin asintió frenéticamente.
—Siempre quiere que le cuente todo y si llego pocos minutos antes de dos horas, la tengo dándome un sermón de que si sigo así me quedaré solo siempre.
—Sé que Jarin es muy romántica, entonces pone muchas expectativas en tus citas —Jimin torció sus labios, dándole la razón—. Seguramente también quiere verte feliz con alguien.
Jimin agachó su cabeza. Eso no podía pasar con alguien más.
—Puede ser.
—Lo que puedes hacer es salir a esas citas, comer e irte a alguna plaza a ver ropa, o puedes ir a ver una película.
—¿Solo? Eso es horrible. Prefiero aguantar los sermones de mi hija —lo miró a los ojos.
Jungkook formó una sonrisa invertida.
—Bueno, podrías contar con un acompañante para tus escapadas de citas.
—¿Quién?
Jungkook se señaló a sí mismo, logrando robar una sonrisa genuina de parte de Jimin.
—¿Tú? —enarcó una ceja—. Por favor, Jungkook.
Él castaño se hizo el ofendido.
—¿Qué tiene de malo? Siempre pasábamos buen tiempo juntos. Nos divertíamos. Fuera de nuestra relación, cuando nos conocimos era todo como amigos y la pasábamos bien. ¿Miento?
El pasado invadió a Jimin, y a Jungkook también. Todos los recuerdos, risas y ocurrencias que tenían de más jóvenes. No había día ni salida que fuera aburrida para ellos, encontraban la forma de siempre estar bien y divirtiéndose. Ellos se complementaban a la perfección para ello, como igual para otras cosas.
Jimin pasó su lengua por encima de sus dientes. Asintiendo con un recuerdo en particular. Permitiéndose olvidar todo lo demás, enfocándose en tan solo los buenos ratos que pasaron al lado del otro.
—Ese concierto de The Killers fue de mis favoritos —Jungkook sonrió—. Bebiste todas esas cervezas para sólo tener los vasos de recuerdo —rió negando con la cabeza—. Al final no podías sostenerte por ti mismo. Tuve que llevarte recargado en mis hombros.
—Es que no solía tomar —Jungkook formó un puchero inocente, llamando la atención de Jimin.
—Lo peor de todo fue cuando terminaste perdiendo los vasos en el camino. Ni siquiera valió la pena todo lo que bebiste —Jimin ocultó su rostro detrás de su mano.
Jungkook mordió la punta de su lengua mientras formaba una sonrisa. Jimin seguir viéndose lindo cada vez que sonreía. Jeon también se permitió reír.
La nostalgia llegó a Jimin. Extrañaba eso. Las risas a su lado, los recuerdos y las anécdotas. Lo bien que se sentía al hablar con alguien con quien en realidad se sentía cómodo para contar cualquier cosa que quisiera, porque sabía que esa persona lo escucharía.
Extrañaba a Jungkook.
Sea de la forma que fuera, lo extrañaba.
Los minutos pasaron rápido, entre cada pequeña memoria que salía de los labios de ambos. Ese momento de incomodidad y tensión se esfumó. Formando un espacio lleno de armonía.
Uno que se rompió cuando finalmente alguien más entró al sanitario. Haciendo que Jimin recobrará sentido, él no estaba ahí por Jungkook. No sabía ser tan accesible como él. De un solo brinco y a paso veloz, Jimin salió del baño. Dejando ahí a Jungkook, solo.
El rizado sentía que debía escapar antes de que sus sentimientos por Jeon se suavizaran.
Caminó a paso veloz mientras miraba el reloj de su muñeca.
Veinte minutos pasó encerrado en el baño con Jungkook. Y mágicamente, fueron los mejores veinte minutos perdidos, ¿o ganados?
Aunque, no lo admitirá frente a él.
Paró en seco cuando vio la mesa sola. El plato de Mingyu sin acabar, y la cuenta sobre la mesa con un billete de propina.
Sacó el celular de su bolsillo, revisando sus notificaciones. Esperando tener al menos varios mensajes de Mingyu, preguntándole si estaba bien o algo por el estilo, mensajes los cuales no tenía.
Simplemente lo había dejado. Sin siquiera hacer el mínimo esfuerzo.
Guardó su celular y se sentó en la mesa, bebiendo el poco vino que quedaba sobre su copa. Restregó su mano sobre su cara, pensando en lo idiota que era su gran cita, y también, pensaba en la forma de volver a su casa, pues había ido en el auto del otro.
Tenía de nuevo su celular en su mano, deslizando su dedo por la pantalla, tecleando y volviendo a deslizar en busca de algún taxi que estuviera disponible. Estaba por echarse a llorar por la frustración de no encontrar ninguno que aceptara su viaje, cuando Jungkook volvió a aparecer frente a él.
—¿Y tu cita?
Jimin dio una mala mirada en su dirección, dejando su celular sobre su mesa. ¿Se burlaba de él?
—Aquí enfrente, ¿no lo ves? —Jungkook negó con una sonrisa burlona a pesar de la respuesta—. Se fue. El señor todo caballeroso me dejó aquí a mi suerte. Al menos pagó la cuenta.
—¿Tienes cómo irte?
Jimin negó, volviéndose a enfocar en su celular.
—Él me trajo aquí. Mi auto está en casa.
Jungkook asintió. No vivía tan lejos de la casa de Jimin, así que no le costó mucho en tener la solución.
—Iré por mi pedido, te espero afuera. Te llevaré a tu casa.
Jeon no esperó respuesta de Park, tan sólo se fue en otra dirección.
Jimin lo miró, dudoso. No pensaba que fuera buena idea. ¿O sí?
—¡Jungkook! —alzó su voz esperando que este volteara y así poder negarse.
El mencionado giró sobre su eje. Casi escuchando en su mente lo que el otro diría.
—No acepto un no, Jimin. Yo te llevaré. Igual Jongsuk está en tu casa con Jarin, estoy obligado a ir. Puedo dejarte.
Jimin terminó asintiendo mientras guardaba su celular en su bolsillo y servía un poco de vino sobrante en su copa, antes de irse a esperar a Jungkook fuera del restaurante.
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